Desastre ambiental en el arroyo de Folledo

El río Folledo (o Buiza) es un afluente del río Casares, en la cuenca del río Bernesga. Su cabecera principal se sitúa en la vertiente meridional de la Sierra del Rozo, que culmina entre 1700 y 1800 m de altitud, en la Montaña Central Leonesa. Es aquí dónde el denominado arroyo de Alceo tiene sus fuentes, presentando un caudal permanente. Junto al despoblado de Alceo, a 1340 m de altitud, se une otro pequeño arroyo procedente del entorno de Pedrosillo que proporciona un importante caudal. Desde ese punto se introduce en un angosto valle muy bien conservado entre un robledal hasta que, después de 3,5 km desde su nacimiento, se une a otro arroyo procedente de Folledo. Ambos, ya con el nombre de río Folledo, recorren otros 3,5 km hasta el río Casares, muy cerca de la confluencia de éste con el río Bernesga.

Toda la cuenca se sitúa dentro del LIC Montaña Central de León (ES 4130050) y de la Reserva de la Biosfera del Alto Bernesga. A pesar de su corto recorrido (7 km), este río tiene una gran importancia por constituir una de las principales zonas de desove de truchas de la cabecera del río Bernesga, gracias a que, hasta ahora, poseía un grado de naturalidad muy elevado. Así, mantenía una importante población de trucha autóctona, además de otras especies de interés, como la nutria y el desmán ibérico. De hecho, esos valores sirvieron para desestimar la construcción de una minicentral en marzo de 2007 que hubiera afectado tanto al río Casares como al tramo inferior del río Folledo.

Toda la cuenca, por tanto, ha mantenido unas buenas condiciones naturales hasta el comienzo de la construcción de la línea de alta velocidad León – Asturias. La conexión de ambas provincias ha implicado la construcción de dos túneles de 25 km de longitud, unos de los más largos del mundo, atravesando la Cordillera Cantábrica y uniendo los valles del Bernesga (León) y del Huerna (Asturias). Además, se han realizado galerías de acceso desde Buiza y Folledo.

 

Estos túneles han supuesto importantes afecciones al medio natural de la zona. Entre las más graves se encuentra el trasvase de aguas desde la vertiente leonesa a la asturiana, provocado por la perforación del terreno. Las obras han generado problemas de abastecimiento de aguas en poblaciones leonesas, como Beberino, Villamanín, Rodiezmo o Casares, y la grave contaminación de algunos ríos asturianos, principalmente el Huerna, dónde hubo una importante mortandad de peces, especialmente en el año 2008. A pesar de la inyección de 258 millones de euros extra para solucionar este problema, el trasvase no ha conseguido detenerse.

 

En el caso de esta denuncia, nos centramos en las afecciones sobre el río Folledo.

 

En diciembre de 2007, se produjo una gran mortandad de truchas aguas abajo de la localidad de Buiza, que afectó no sólo al río Folledo sino también a los ríos Casares y Bernesga. Esta mortandad fue consecuencia  de diversas filtraciones de residuos acaecidas a lo largo de varios meses, las cuales produjeron la colmatación del cauce con cemento y la desaparición de los invertebrados de las aguas. Como resultado de dichas filtraciones, la mitad inferior del río Folledo se volvió no apto para la vida de especies relevantes, como la trucha, la nutria o el desmán ibérico, quedando sólo la zona superior  (el denominado arroyo de Alceo) al margen de estas afecciones.

Más adelante, en junio de 2008, la U.T.E. Túneles de Pajares 1 solicitó a la Confederación Hidrográfica del Duero autorización para ejecutar obras en el arroyo de Alceo, consistentes en el “Levantamiento del cauce y construcción de una losa de fondo, para tapado de sumideros aparecidos en el cauce del arroyo Alceo a causa de las obras de apertura de los túneles de la variante ferroviaria de la Línea de Alta Velocidad León-Gijón”. Las obras consistieron en cementar un tramo de unos 300 metros de los arroyos de Alceo y Pedrosillo (Foto 1), alterando así  la morfología de su lecho natural. No obstante, estas obras permitían el paso de los peces aguas arriba, incluían la construcción de pequeños pozos de refugio (Foto 2) y  paliaban (al menos de forma temporal)  las filtraciones de agua.

Tras las fuertes lluvias de comienzos de octubre de 2010, la filtración se agravó, generándose varias zonas de hundimiento por las que se pierde la totalidad del caudal (Fotos 3 y 4) y quedando el río completamente seco a partir de ese punto. Este hecho se tradujo en la mortandad de las truchas que se habían refugiado en la cabecera del río ante las alteraciones producidas en la zona baja (Fotos 5 y 6, la trucha de la imagen tiene 21 cm)

 

Pasado un año del evento (octubre, 2011), el río sigue filtrándose totalmente en el entorno de Alceo, secándose aguas abajo, y recogiendo progresivamente un caudal mínimo procedente de los valles secundarios, insuficiente para mantener la ictiofauna que lo habitaba. Además, el tramo bajo del río, a partir de la localidad de Buiza dónde el caudal aumenta ligeramente, mantiene un elevado nivel de contaminación y colmatación de su fondo que impide la vida.

 

Un problema añadido afecta a las últimas truchas del río, refugiadas en la cabecera, tanto en el Arroyo de Alceo como en el de Pedrosillo, por encima del tramo cementado, y que en su mayor parte son alevines. Estos peces actualmente no tienen posibilidad de supervivencia, puesto que al descender buscando la zona baja de la cuenca se encuentran con la filtración del caudal y, por tanto,  con un cauce seco, además de cementado.

 

La situación descrita nos parece intolerable, especialmente porque tiene lugar en una zona declarada de alto valor natural y afectada por múltiples obras públicas que, en el peor de los casos, deberían aportar algún tipo de medida compensatoria para paliar los desastres medioambientales producidos. Incluso aunque el problema ocasionado no pueda resolverse por completo, existen medidas sencillas que permitirían, al menos, devolver las aguas al arroyo de Folledo y permitir a la fauna reinstalarse en el mismo.

Esta entrada fue publicada en Denuncias. Guarda el enlace permanente.

Una respuesta a Desastre ambiental en el arroyo de Folledo