La Fundación Pedro Álvarez Osorio acaba de editar el libro Ponferrada artística y monumental, del historiador berciano Vicente Fernández Vázquez. Se trata de una obra que nos habla de los monumentos, edificios, obra civil, infraestructuras hidráulicas y muchas otras construcciones que han jugado un papel reseñable en la historia de Ponferrada. Cada sitio es analizado en su contexto social, político, económico y artístico; y se acompaña de mapas, fotografías y dibujos, en su mayor parte antiguos.
Entre las fotografías que aparecen en esta magnífica obra, nos ha llamado la atención esta que aquí reproducimos, y que muestra la Marmita Gigante, un pozo de 7,5 metros de profundidad y 3,5 metros de anchura, que apareció durante las obras de la presa de Bárcena. En caso de no haber desaparecido, este paraje sería hoy día un claro ejemplo de lugar de interés geológico. Por este motivo, hemos considerado interesante comentar algo sobre esta estructura geológica, al mismo tiempo que agradecemos a Vicente Fernández la posibilidad que nos ha brindado, con su excelente libro, de conocer esta maravilla geológica hoy desaparecida.
Las marmitas de gigante son uno de los elementos que caracterizan los lechos erosivos de los ríos. Se forman por la acción de los remolinos de agua sobre fondos constituidos por rocas compactas y coherentes. El paso del agua a través de lechos rocosos irregulares y con saltos en su pendiente longitudinal crea zonas de desigual velocidad con torbellinos de agua y remolinos. Por otro lado, si el caudal de agua es suficiente para arrastrar cantos rodados de rocas resistentes (y normalmente lo son cuando contienen cuarzo), el movimiento en forma de torbellino aprovecha esos cantos rodados como abrasivo, desgastando poco a poco el lecho, ampliándolo, profundizándolo y, en definitiva, creando esas depresiones circulares abiertas en la roca viva y con paredes pulidas. Son las marmitas de gigante.
Cuando se cumplen estos requisitos, las corrientes de alta energía confinadas en los estrechos lechos de una hoz dan lugar a marmitas, aunque por lo general sus dimensiones suelen ser modestas y no sobrepasar el metro de diámetro. Es el caso de las que se localizan sobre los lechos calcáreos de las calizas masivas de las Hoces de Vegacervera, de los Calderones al N de Piedrasecha, o del desfiladero del Río Cares.
Esas condiciones se cumplían holgadamente en el río Sil antes de la construcción de la Presa de Bárcena, a finales de la década de los años 50 del pasado siglo. Por un lado la presencia de rocas muy duras, concretamente granitos, en la zona de la presa; por otra, la abundancia de cantos rodados de cuarzo, cuarcita y arenisca transportados por el río desde los afloramientos paleozoicos situados aguas arriba. Además, su elevado caudal medio (el Sil es el río más caudaloso del NO) se precipitaba por el encajonamiento del río al atravesar los granitos de Montearenas, esculpiendo una garganta de algo más de 3 kilómetros con tramos muy angostos. Precisamente los más estrechos fueron elegidos para situar las presas de Bárcena y de Fuente del Azufre.
La génesis de esta garganta labrada por el río Sil en el reducido afloramiento de granito de Montearenas (también el río Boeza ha esculpido la suya, más al SE) hay que relacionarla con la dinámica geomorfológica general de toda la cubeta del Bierzo y con el establecimiento del escurrimiento de la actual red fluvial hacia Galicia. Así, la presencia de restos de conglomerados fluviales y fluviotorrenciales muy antiguos y suspendidos (algunos a casi 200 m sobre el lecho actual) en ambas márgenes, es una prueba evidente de la alta capacidad del río Sil para encajonarse en los granitos subyacentes a esos depósitos. De ahí su consideración de garganta epigenética con carácter de sobreimposición con la que se definió en su momento (Redondo Vega y otros, 2002).
Por otro lado, esa particular y favorable disposición de las rocas resistentes a ambos lados del valle, en la misma embocadura de la angostura, fue observada ya en los años 20 del pasado siglo por Hernández Sampelayo (1924) cuando se refiere al cierre del pantano en la “Peñas del Castillo”. Este autor, además de realizar el primer mapa geológico detallado del vaso de lo que hoy es el embalse de Bárcena, se fijó en ese punto como el más idóneo para construir la presa. En su estudio se incluyen también varias fotos del desfiladero del Sil.
Las dimensiones de la marmita de gigante que se localizaba en el congosto del río Sil al N de Motearenas, y que hemos podido conocer gracias a la imagen del libro de Fernández Vázquez (2012), son de tal magnitud que por sí solas habrían bastado para incluir este lugar en el inventario que realizamos sobre el patrimonio geológico de la provincia de León (Fernández-Martínez y Fuertes González, 2009). Desgraciadamente, es un ejemplo más de patrimonio geológico desaparecido por las obras públicas que se acometieron en la segunda mitad del siglo pasado, y en las que los embalses figuran como uno de los elementos más perturbadores del patrimonio geológico en España. Los embalses, además de la desaparición física de muchos elementos patrimoniales valiosos (como el caso que nos ocupa), suponen siempre el cambio drástico del régimen fluvial de los ríos, la modificación de su dinámica natural y la desaparición de su capacidad como agentes modeladores del relieve.
Referencias:
Fernández-Martínez, E. y Fuertes González, I., (Coords.), 2009). Lugares de Interés Geológico. León. Fundación Patrimonio Natural de Castilla y León, DVD, ISBN 978 84 692 5657 2.
Fernández Vázquez, V., 2012. Ponferrada artística y monumental. Fundación Conde de Lemos-Pedro Álvarez Osorio, Ponferrada, 823 p.
Hernández Sampelayo, P., 1924. Informe sobre la impermeabilidad del pantano de Bárcena y Posada en el río Sil. Boletín del Instituto Geológico de España, T XLV: 235-249.
Redondo Vega, J.Mª., Gómez Villar, A., González Gutiérrez, R.B. y Carrera, P., 2002. El relieve del Bierzo. XVI Jornadas de Geografía Física. Secretariado de Publicaciones y Medios Audiovisuales, Universidad de León. León, León: 85-95. ISBN 84 7719 806 3.