En 1967 se terminan las obras de la presa de Matalavilla, en el río Valseco, afluente del Sil (NO de la provincia de León). La presa se apoya en un cerrado escobio de cuarcitas paleozoicas que dan paso a un amplio valle, ahora ocupado por el embalse, que tiene una capacidad de 65 Hm3 (Foto 1).
Esta obra forma parte del sistema de aprovechamiento hidroeléctrico del Alto Sil: el agua embalsada aguas abajo de Villablino, en Las Rozas, cuya presa eleva la cota máxima del agua a 959,50 m, se transporta mediante un túnel de 11 km hasta el embalse de Matalavilla, situado a cota similar. Desde este punto, localizado en el valle del río Valseco, el agua se lleva mediante otro túnel a la central hidroeléctrica de Las Ondinas, situada ya en el valle del Sil, a una cota de sólo 802,30 m y distante apenas 1,5 km. Allí se aprovecha el elevado gradiente y potencial para generar electricidad (ver Mapa).
El sistema de conducción de Las Rozas-Matalavilla capta agua de parte de los arroyos afluentes del Sil por su margen izquierda (Durria, La Seita y Matalavilla). Además, el embalse de Matalavilla recibe casi íntegramente el caudal del río Salentinos que, mediante azud y túnel, es desviado al mismo. A estas aportaciones, se une el propio caudal del río Valseco en su totalidad.
Esta configuración de trasvases, captaciones y conducciones hacen de Matalavilla un gran reservorio de agua sin otra función que la de almacén, desde donde se conduce de nuevo al río Sil generando electricidad en la central de Las Ondinas.
Aguas abajo de la presa, el valle está absolutamente seco, de tal manera que el río Valseco no existe como tal a lo largo de 800 m, hasta su confluencia con el río Salentinos. Por su parte, el río Salentinos ve captada y trasvasada la mayor parte de su caudal al embalse de Matalavilla; por eso, cuando confluye con el río Valseco después de recorrer 2,5 km desde su trasvase, es apenas un regato exiguo alimentado sólo por alguna fuente que mana de las cuarcitas que atraviesa. Y tal situación no mejora, en absoluto, aguas abajo de la confluencia hasta su desembocadura en el Sil, llegándose a secar por completo en la mayor parte de su recorrido porque, además del muy escaso caudal circulante, atraviesa en este tramo un potente aluvión de origen fluvioglaciar muy filtrante, lo que supone importantes perdidas de agua desde la superficie.
El resultado de la construcción de la presa de Matalavilla desde 1967 es la profunda modificación de la escorrentía y del régimen fluvial de estos dos valles: uno seco siempre y otro igualmente seco la mayor parte del año. Este atentado contra el medio natural es, además, irreversible, puesto que la presa se concibió de manera que no permite la existencia de un mínimo caudal ecológico. De hecho, el cauce aguas abajo de la presa está parcialmente ocupado por escombros y estériles de la obra, los cuales nunca han sido removidos de su sitio porque nunca circula agua por el cauce. En el caso de que fuéramos capaces de aportar algo de caudal de forma permanente al río Valseco desde la presa, ¿la empresa que aprovecha el agua embalsada cedería parte del caudal de un embalse que tiene serias dificultades en llenarse? (la media en los últimos 10 años, por ejemplo, está por debajo del 50% de su capacidad).
Hasta el momento, la única medida “ambiental” realizada es la que la administración autonómica, en un alarde de proteccionismo, lleva a cabo en el año 2011, momento en que decide regular la ¿pesca? en un río que lleva más de 40 años seco, como se puede apreciar en las fotos 2 y 3.
Pero la destrucción que han traído estos aprovechamientos también afecta a otros elementos del patrimonio natural, como el mismo vaso del embalse o su entorno inmediato. Veamos algunas afecciones especialmente perjudiciales para el patrimonio geológico.
Ejemplo 1. Dinámica fluvial de canales trenzados
El embalse de Matalavilla ha ocultado bajo sus aguas el que podría ser el mejor ejemplo de toda la montaña cantábrica de un curso fluvial con canales trenzados. Recibe este nombre un tipo de ríos caracterizados porque el agua no se concentra en un curso central, sino que se reparte en varios canales sinuosos que se entrecruzan entre sí, dejando barras entre ellos (Foto 4). Son el resultado de una dinámica fluvial especial, caracterizada por cursos con mucha agua, abundante sedimento y pendiente moderada, donde las aguas se adaptan a un lecho móvil. En el caso del río Valseco, los sedimentos proceden de la erosión de las morrenas depositadas por los glaciares que ocuparon este valle. El desarrollo de canales trenzados en el río Valseco está, muy probablemente, en el origen de este nombre, ya que muchos de estos canales tendrían carácter estacional, permaneciendo secos una parte del año.
En la actualidad, y dado que el embalse casi nunca está lleno, aún se puede observar esta morfología fluvial en la cola del mismo (Foto 4), en ocasiones con muchos canales activos como en las crecidas de octubre de 2006
Ejemplo 2. Depósitos glaciares
Durante el último máximo glaciar (hace unos 35.000 años), el hielo ocupó totalmente el valle de Valseco. Como consecuencia de la actividad del glaciar, este valle se cubrió por sedimentos transportados y depositados por el hielo. Son sedimentos de muy diverso tipo pero todos ellos guardan una amplia información geomorfológica y paleoclimática, de gran importancia en los estudios actuales sobre paisaje y cambio climático.
La construcción de las infraestructuras asociadas al embalse de Matalavilla afectó a gran parte de este patrimonio geomorfológico, destruyendo algunos depósitos y alterando gravemente otros. Entre ellos, cabe destacar:
1) La explotación casi total de un depósito de arenas yuxtaglaciares (Foto 5). Su aprovechamiento ha hecho que, en la actualidad, se conserve sólo un 5% del depósito original, lo que impide obtener datos paleoclimáticos del mismo.
2) La anegación, bajo de las aguas del embalse, de potentes sedimentos morrénicos, hoy inaccesibles para su estudio. Además, las obras de preparación de los estribos de la presa dejaron al descubierto depósitos atribuibles a circulaciones de agua subglaciar, que hoy también se encuentran anegados.
3) Al hacer la carretera de Matalavilla a Páramo de Sil, quedaron expuestos unos depósitos de till glaciar (Foto 6), perdidos para siempre como consecuencia de la obra del embalse.
4) Diversos depósitos morrénicos han sido tan transformados por la acción antrópica que han perdido gran parte de su interés patrimonial, encontrándose los restos diseminados por el terreno pero fuera de su contexto genético, hecho que anula su valor científico. Este es el caso de los cantos estriados glaciares, denominados planchas, que se pueden encontrar en el entorno de las antiguas morrenas de Matalavilla (Foto 7).
Gran parte del patrimonio geológico alterado por la construcción del embalse es ya irrecuperable. Pero, al menos, sí debería exigirse a las autoridades competentes el mantenimiento de un caudal ecológico en los ríos y arroyos ligados a este embalse, más aún si tenemos en cuenta que todos ellos se encuentran dentro de uno de los espacios naturales de mayor valor ambiental del país, como es la cuenca del Alto Sil.
3 respuestas a El embalse de Matalavilla y el valle del río Valseco